Pero no olvides a qué precio puedes esperar conseguir semejantes privilegios y, para recordarte todos

los días tu ley en este punto, piensa en lo que ordenaba la ley a los hebreos en cuanto a las cosas sometidas a la consagración del anatema, pues ahora ya no ignoras que la Biblia entera no tiene al hombre por objeto y que, por tanto, en realidad, la mejor traducción que pueda haber jamás de la Biblia es el hombre.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

Índice