¿Acaso no es usted consciente del mal? ¿No son obvias las acciones que ejerce, no
es abrumador el sufrimiento que ocasiona? Quién ha creado el mal sino cada uno de nosotros? Tal como hemos creado el bien, por pequeño que fuere, así hemos creado el mal, por enorme que sea. El bien y el mal forman parte de nosotros y también son independientes de nosotros. Cuando pensamos y sentimos con estrechez mental, con envidia, odio y codicia, estamos sumando mal al mal, y éste se vuelve contra nosotros y nos desgarra. Este problema conflictivo del bien y el mal nos acompaña siempre, puesto que lo estamos creando. Se ha vuelto parte de nosotros este desear y no desear, amar y odiar, anhelar y renunciar. Estamos creando continuamente esta dualidad que mantiene atrapado el pensamiento sentimiento. Éste puede ir mucho más allá del bien y de su opuesto sólo cuando comprende su causa: el anhelo. Al comprender el mérito y el demérito, nos liberamos de ambos. Los opuestos no pueden fundirse; deben ser trascendidos mediante la disolución del anhelo. Cada opuesto debe ser examinado, investigado tan extensa y profundamente como sea posible, a través de todas las capas de la conciencia. Por obra de este examen, de esta investigación, se despierta una comprensión nueva que no es producto del anhelo ni del tiempo. En el mundo existe el mal, al que estamos contribuyendo, tal como contribuimos al bien. El hombre parece unirse más en el odio que en el bien. Un hombre sabio se da cuenta de la causa del mal y el bien, y, comprendiéndola, libera de ella al pensamiento sentimiento.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .