Por tanto, unidad en el amor, unidad en la obra de la penitencia, unidad en
la humildad, unidad en la valentía, unidad en la caridad, unidad en el desprendimiento del espíritu de la tierra, unidad en la resignación, unidad en la paciencia, unidad en la sumisión a la voluntad suprema, unidad en el cuidado de revestirnos con el espíritu de la verdad, unidad en la esperanza de recuperar los bienes que hemos perdido, unidad en la fe en que nuestra voluntad, purificada y unida a la de Dios, debe tener su realización a partir de este momento, unidad en la determinación de disipar las tinieblas de la ignorancia con las que nos envuelve nuestra permanencia, unidad en la vigilancia, unidad en la constancia para la oración, unidad en el estudio continuo de las sagradas escrituras y, finalmente, unidad en todo lo que consideremos correcto para que nos purifiquemos, para que nos resulte más soportable esta bajo mundo y para que avancemos en nuestro reino, que es el reino del espíritu y el reino de Dios. Esa es la ley que debemos imponemos.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .