A través de la extensa literatura indostánica encontramos docenas de grandes Adeptos, bien conocidos de
la gente, que enseñaron la misma doctrina - la epopeya del alma humana. Sus nombres no son familiares al oído occidental, pero los testimonios de sus pensamientos, sus obras y sus poderes aún viven. Todavía más, en el apacible e inmutable Oriente existen hoy en día por centenares, personas que saben por su propio conocimiento que la Gran Logia existe aún y tiene sus Mahatmas, Adeptos, Iniciados o Hermanos. Y aún más, en ese país hay tal número de hombres expertos en la aplicación práctica de un poder menor, pero aún maravilloso, sobre la naturaleza y sus fuerzas, que tenemos un volumen innegable de evidencia humana para probar nuestra tesis. Y si la Teosofía - la enseñanza de esa Gran Logia - es como se dijo científica y religiosa, entonces, desde el punto de vista ético tenemos aún más pruebas. Una poderosa Triada actuando con y por medio de los principios éticos, la forman Buda, Confucio y Jesús. El primero, un hindú, establece una religión que hoy abarca mucho más prosélitos que el Cristianismo, enseñando, centurias antes de Jesús, la misma ética que éste enseñó y que había sido ya promulgada siglos antes de Buda. Jusús, que viene a reformar a su pueblo, repite esta ética antigua, y Confucio hace lo mismo en la antigua y honorable China.
William Judge . El Oceano de la Teosofia .