Una idea acerca de la energía es por completo diferente del hecho de la energía

en sí. Tenemos fórmulas o conceptos acerca de cómo generar una clase de energía de la más alta calidad. Pero la fórmula es enteramente distinta de la calidad restauradora, renovadora de la energía misma. ... La forma más elevada, el apogeo de esta energía, es el estado de la mente cuando cesan las ideas, los pensamientos, todo sentido de dirección o motivo; cuando la mente es energía pura. Y esa calidad de energía no puede ser buscada. Usted no puede decir: «Bueno, dígame cómo obtenerla, cuál es el método, el modus operandi». No hay método para ello. Para descubrir por nosotros mismos la naturaleza de esta energía, debemos empezar a comprender la energía que gastamos diariamente cuando hablamos, cuando oímos a un pájaro, una voz, cuando vemos el río, el vasto cielo, cuando vemos a los aldeanos sucios, descuidados, enfermos, medio muertos de hambre, y el árbol que en el atardecer se aparta de toda la luz del día. La observación misma de todo esto es energía. Y esta energía la obtenemos de los alimentos, de los rayos solares. Esta energía física, cotidiana, que uno tiene, es obvio que puede ser aumentada, incrementada mediante la correcta clase de alimentación y demás. Eso es, evidentemente, necesario. Pero esa misma energía, que se convierte en energía psíquica, o sea, en pensamiento, tan pronto entra en cualquier tipo de contradicción interna, esa energía es un desperdicio energético.

Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .

Índice