Para mí, es tan absurdo ser teísta como ser ateo. Si usted supiera qué es
la verdad, qué es Dios, jamás sería ni teísta ni ateo, porque en ese estado de percepción alerta la creencia es innecesaria. Sólo el hombre que no percibe abriga esperanzas y suposiciones, recurre a la creencia o a la incredulidad para que lo respalden y lo lleven a actuar de determinada manera. Ahora bien, si usted aborda esto de una manera por completo diferente, descubrirá por sí mismo, como individuo, algo real que está más allá de todas las limitaciones de las creencias, más allá de la ilusión de las palabras. Por eso, el descubrimiento de la verdad, de Dios, exige gran inteligencia, la cual no es la afirmación de la creencia o del descreimiento, sino el reconocimiento de los obstáculos creados por la falta de inteligencia. Así, para descubrir a Dios o la verdad y yo digo que tal cosa existe, la he realizado-, para reconocer eso, comprender eso, la mente debe estar libre de todos los obstáculos que han sido creados a lo largo de los siglos, obstáculos que se basan en la autoprotección y la seguridad. Uno no puede estar libre del anhelo de seguridad limitándose a decir que está libre. Para traspasar los muros de estos obstáculos necesitamos mucha inteligencia, no mero intelecto. Inteligencia es, para mí, mente y corazón en plena armonía, y entonces descubrirá usted por sí mismo, sin tener que preguntárselo a nadie, qué es la realidad.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .