Mientras uno estaba allí, a la orilla del lago, contemplando la belleza del agua, todos

los problemas humanos, los problemas de las instituciones, la relación del hombre con el hombre (que es la sociedad), todo ello encontraría su lugar exacto si uno pudiera penetrar silenciosamente en esta cosa que llamamos amor. Hemos hablado muchísimo sobre ello. Todo joven dice que ama a alguna mujer, el sacerdote a su dios, la madre a sus hijos, y por supuesto, el político juega con ello. En realidad, hemos estropeado la palabra cargándola de sustancia sin sentido, la sustancia de nuestros propios yoes estrechos y mezquinos. En este contexto pequeño, limitado, tratamos de encontrar lo otro y, dolorosamente, retornamos a nuestra confusión y desdicha de todos los días.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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