La aldea preparaba su comida de la mañana y en el aire se sentía el
olor de las hogueras de leños. Los niños, recién bañados, se preparaban entre gritos y risas para ir a la escuela. En medio del ruido habitual de la aldea se percibía una sensación de triste fatiga. Ellos tenían a su sacerdote, su creyente y su no creyente.
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .