Si usted encuentra difícil estar atento, experimente entonces anotando cada uno de los pensamientos y

sentimientos que surgen a lo largo del día; anote sus reacciones de celos, envidia, vanidad, sensualidad, las intenciones que hay detrás de las palabras, etc. Emplee algún tiempo antes del desayuno en anotarlos; ello puede requerir acostarse más temprano y dejar a un lado algún asunto social. Si anota estas cosas siempre que pueda, y por la noche, antes de acostarse, echa un vistazo a todo lo que ha escrito durante el día, lo estudia y examina sin juzgarlo, sin censurarlo, comenzará a descubrir las causas ocultas de sus pensamientos y sentimientos, de sus deseos, de sus palabras [...]. Ahora bien, lo importante en esto es estudiar, con inteligencia abierta, qué es lo que usted ha escrito, y al estudiarlo tomará conciencia de su propio estado. En la llama de la percepción alerta, del conocimiento propio, son descubiertas y se consumen las causas del conflicto. Usted debe continuar anotando sus pensamientos y sentimientos, intenciones y reacciones, no una o dos veces, sino durante un número considerable de días, hasta que adquiera la capacidad de percibirlas instantáneamente [...]. La meditación es no sólo el constante conocimiento de uno mismo, sino la constante negación del «yo». Del recto pensar surge la meditación, y de ésta proviene la serenidad de la sabiduría; en esa serenidad se realiza lo supremo. Al anotar lo que uno piensa y siente, los propios deseos y las reacciones, se origina un estado interno de percepción alerta, la cooperación del inconsciente con el consciente, y esto, a su vez, resulta en integración y comprensión.

Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .

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