¡Ah! En cuanto llegues a ser como la pura nieve de los valles de las
montañas, fría e insensible con relación al tacto, cálida y protectora para la semilla que duerme profundamente bajo su seno..., esta es aquella nieve que ha de recibir la helada mordicante, las rachas del norte, protegiendo así de sus afilados y crueles dientes la tierra que guarda la esperada cosecha, la cosecha que alimentará al hambriento.
H.P. Blavatsky . La voz del silencio .