Para meditar en el más profundo sentido de la palabra, uno debe ser virtuoso, moral,
pero no con la moralidad de un modelo, de una práctica, o del orden social, sino con la moralidad que surge inevitablemente, de manera natural y agradable, cuando uno comienza a conocerse a sí mismo, cuando se da cuenta de sus pensamientos, de sus sentimientos, actividades, apetitos, ambiciones, etcétera; sensiblemente alerta sin preferencia alguna, meramente observando. De esa observación emana la acción correcta, que nada tiene que ver con la conformidad, o con el actuar de acuerdo con un ideal. Entonces, cuando eso existe profundamente en uno mismo, con su belleza y austeridad en que no hay ni un átomo de dureza porque la dureza existe sólo cuando hay esfuerzo- cuando uno ha observado todos los sistemas, todos los métodos, todas las promesas, y las ha examinado objetivamente, sin agrado o desagrado, entonces puede descartarlos completamente de manera que la mente esté libre del pasado. Entonces puede uno proceder a descubrir lo que es la meditación.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .