Supe que Mulla Nasruddin fue al banco. El banco festejaba el centenario de su fundación;

por lo tanto, se proponía entregar al primero que llegara muchos regalos: un automóvil, un televisor, esto y aquello, y un cheque por mil rupias. Por casualidad, entró Mulla Nasruddin. Se lo premió, se lo fotografió, se lo entrevistó y se lo llenó de regalos: dinero en efectivo, un televisor y un automóvil que estaba estacionado afuera. Cuando todo esto hubo terminado, dijo: -Ahora, ¿terminaron con todo esto? Así puedo seguir mi camino. Le preguntaron adónde iba. -Al departamento de quejas -respondió. Había ido al banco para quejarse, pues incluso todo lo sucedido no tendría que haber pasa-do. No podía dejar de lado su queja. El yo siempre se dirige al departamento de quejas. Lo que pasa carece de significado pues, incluso si Dios llegara a ti, le dirías: "Es-pera, déjame buscar el libro de quejas." El yo siempre se dirige al libro de quejas; nada logra satisfacer al yo. Todo esfuerzo es inútil; abandónalo. Simplemente, retírate, quédate sin yo, consérvate en la falta de yo. Deja de lado la autoconciencia y adquiere más conciencia; entonces, de repente, todo encaja, todo entra en armonía. Nada está mal; no se cometen injusticias; te sientes cómodo en todas partes, y sólo en este mo-mento de comodidad la existencia adquiere otro color; se torna divina, se vuelve espiritual, como nunca antes lo fuera. Entonces, la búsqueda de Dios no es la búsqueda de una persona por fuera de ti. La búsqueda de Dios es una búsqueda de este momento de satisfacción total. De repente, se abre la puerta: nunca estuvo cerrada. Al yo le parecía que estaba cerrada. Pero, sin que el yo esté en el medio, la puerta está abierta: siempre ha estado abierta. La existencia está abierta, y tú, cerrado. La existencia es simple, y tú, complicado. La existencia es saludable, y tú, enfermo. No hay nada que hacer con la existencia, y sí contigo. Y nadie puede hacerlo por ti: tienes que hacerlo tú.

Osho . El Dios de todos .

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