Esto me recuerda a una iglesia, a la que iba un amigo mío, en la
que organizaban rifas. Una vez al año conseguían tres automóviles, los ponían delante de la iglesia y vendían los boletos. El año pasado rifaron un Cadillac, un Mercury y un Plymouth. Tres días después del sorteo, el cura iba andando por la calle y se encontró con mi amigo, que salía de un bar. Mi amigo le miró y dijo: «¿Me puede decir quién ganó los coches? ¿Quién ganó el Cadillac?» Y el sacerdote dijo: «Pues lo ganó el cardenal. Qué suerte, ¿eh?» Y mi amigo dijo: «¿Quién ganó el Mercury?» «Pues le tocó a monseñor. Qué suerte, ¿eh?» Y mi amigo dijo: «Y dígame, ¿quién ganó el Plymouth?» y el cura dijo: «El padre Murphy. Qué suerte, ¿eh?» En ese momento, mi amigo fue a entrar de nuevo para tomar otro trago. El cura le agarró y dijo: «A propósito, ¿cuántos boletos habías comprado?» Y mi amigo dijo: «¡No compré ni un maldito boleto! Qué suerte, ¿eh?».
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .