Cuando dejes de identificarte por completo con la mente, aunque solo sea unos momentos, tendrás

la revelación: que la mente sencillamente muere, deja de existir. Antes estaba llena, antes actuaba sin cesar —un día sí y otro también, durante el sueño y la vigilia—, y de repente desaparece. Miras a tu alrededor y ves el vacío, la nada. Y junto con la mente desaparece la personalidad y solo queda cierta conciencia, carente de un «yo». Como mucho se podría hablar de algo parecido a «una presencia», pero sin «el yo». O para ser más exactos, se trata de «ser», porque en el «soy» queda todavía una sombra del «yo». En el momento en que se sabe que es «ser», se vuelve universal. Con la desaparición de la mente desaparece la personalidad, y muchas otras cosas que considerabas tan importantes y que tanto te preocupaban. Intentabas resolverlas y cada día se volvían más complicadas; todo suponía un problema, era motivo de angustia y no parecías encontrar una salida.

Osho . El libro del ego .

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