Los templos, ¿no deberían estar abiertos para todo el mundo, a fin de que todos
pudieran orar en ellos? ¿Qué es el templo? Es un lugar de adoración en el que existe un símbolo de Dios, siendo el símbolo una imagen concebida por la mente y tallada en piedra por la mano. Esa piedra, esa imagen no es Dios ¿verdad? Es solamente un símbolo, y el símbolo es como nuestra sombra cuando caminamos al sol. La sombra no somos nosotros; y estas imágenes, estos símbolos en el templo, no son Dios, no son la verdad. ¿Qué importa, entonces, quién entra o quién no entra en el templo? ¿Por qué agitarse tanto al respecto? La verdad puede hallarse debajo de una hoja muerta, o en una piedra al borde del campo, o en las aguas que reflejan la belleza de un atardecer; puede hallarse en las nubes, en la sonrisa de una mujer que lleva una carga. La realidad existe en todo este mundo, no necesariamente en el templo; y, por lo general, no se encuentra en el templo, porque el templo es creado por el temor del hombre, se basa en su deseo de seguridad, en sus divisiones de credo y de casta. Este mundo es nuestro, somos seres humanos que vivimos juntos, y si un hombre está buscando a Dios, evita los templos, porque éstos dividen a la gente. La iglesia cristiana, la mezquita mahometana, los propios templos hindúes de ustedes, todos dividen a la gente, y un hombre que está buscando a Dios no tendrá que ver con ninguna de estas cosas. Por lo tanto, la cuestión de si esta u otra persona debería o no debería entrar en el templo, se vuelve un asunto meramente político; carece de realidad.
Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .