El discípulo Arjuna le preguntó a Krishna, su Maestro, su amigo, su guía: «Dices grandes

cosas. Argumentas bien. Tus pruebas son muy convincentes, pero la duda persiste en lo profundo de mí. La duda se debe a que no he experimentado lo que me estás diciendo. ¿Por qué no me das una pequeña experiencia? Solo un pequeño sabor en la punta de la lengua será suficiente. No hay necesidad de seguir discutiendo por ello durante tanto tiempo, no hay necesidad de presentar tantas pruebas de ello. Solo una pequeña degustación y quedaré convencido, y mis dudas desaparecerán.» Krishna dijo: «De acuerdo.» Y entonces sucedió una de las historias más hermosas que han sucedido nunca entre un Maestro y un discípulo: Krishna se hizo enorme y Krishna se volvió infinito y los mundos empezaron a girar dentro de él, y Arjuna se asustó: los millones de manos de Krishna y todas las estrellas y todos los planetas dentro de él, y la vida y la muerte dentro de él, todas las polaridades encontrándose y fundiéndose dentro de él... Era un caos. Arjuna pensó que debía estar volviéndose loco. Cerró los ojos lleno de miedo, y lloró y gritó: «¡Vuelve! Vuelve a tu forma corriente con dos manos. Vuelve a ser mi viejo amigo. ¡Esto es demasiado!» Krishna volvió y dijo: «Lo sabía. Aún no estás listo para saborear la totalidad.» La totalidad te asustará. Su pura inmensidad es tal que te asustará hasta perder la cabeza. Es abismal, y empezarás a desaparecer en ella como una pompa de jabón. Es tan inmensa que perderás toda la orientación de quién eres. Eso es lo que le sucedió a Arjuna. Y dijo: «Sí, sentía que me iba a morir, o que me estaba volviendo loco, o como si ya me hubiera vuelto loco. Gracias por volver a tu forma original.» Y Krishna dijo: «Ésta no es mi forma original. Ésa era mi forma original.».

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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