Todos los animales en ese bosque, todas las criaturas pequeñas, hacían lo mismo juntar comida,

perseguirse unos a otros por diversión o por furia- y los animales grandes como el ciervo eran curiosos y lo miraban a uno. Y cierta vez, cuando uno ascendió a una altura moderada y caminaba a lo largo de un sendero rocoso, se dio vuelta y ahí estaba una osa negra, imponente, con cuatro cachorros del tamaño de gatos grandes. Los empujó a los cuatro hacia lo alto de un árbol, y ellos treparon a fin de estar a salvo, después de lo cual la madre se volteó para mirarme. Extrañamente, no teníamos miedo. Nos miramos el uno al otro por unos dos o tres segundos, o tal vez más, y luego le di la espalda y seguí descendiendo por el mismo sendero. Solamente después, cuando estuve seguro en mi cabaña, advertí lo realmente peligroso que había sido este encuentro con una madre osa y sus cuatro cachorros.

Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .

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