Pronto también viene el Dios de la vida a visitar nuestra alma y podemos decir

con alegría: Dios vive en mí, Dios va a vivir en mi penitencia, va a vivir en mi humildad, va a vivir en mi valor, va a vivir en mi caridad, va a vivir en mi inteligencia, va a vivir en mi amor, va a vivir en todas mis virtudes, porque ha prometido que sería uno con nosotros tantas veces como lo invoquemos en el nombre del que él nos ha enviado para que nos sirva de señal y de testimonio entre él y nosotros. Esta señal o este testimonio es eterno como el que nos lo ha enviado. Asimilémonos a esta señal y a este testimonio y participaremos de su Divina y santa seguridad y estaremos como él tan llenos de vida que quedarán lejos de nosotros la segunda y la primera muerte y nos serán completamente ajenas.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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