También había otros que ni siquiera tenían necesidad de darle semejantes pruebas para que conociese

su fe, pues, como era el modelo supremo del hom- bre nuevo, leía en su interior con más claridad que ellos mismos, ya que el primer carácter y el primer derecho del espíritu consiste en leer en el espíritu, comunicar, penetrar en todo lo que es espíritu. Pero, para desarrollar los teso- ros de su sabiduría y de sus poderes, esperaba siempre hasta estar completa- mente seguro de su fe, bien fuese mediante las preguntas que les hacía, por sus testimonios visibles o por una visión íntima y penetrante, tres modos de esclarecimiento que deben estar igualmente a disposición del hombre nuevo, según sus proporciones y sus medidas, y que están trazados según la triple muralla que nos rodea, ya que estamos más o menos educados en nuestra fe, según como estemos unidos a alguna de estas tres murallas. Pero, cuando el reparador no encontraba en los que se le acercaban ninguna especie de fe. ni en las respuestas a las preguntas que les hacía ni en las demostraciones de su celo ni en su interior, los despedía sin darles ninguna satisfacción y cerraba cuidadosamente sus tesoros para no exponerlos al insulto y a la profanación.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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