¿Qué papel juega la disciplina en nuestras vidas? Desafortunadamente, juega un gran papel, ¿no es

así? Una gran parte de la vida de ustedes se halla disciplinada: haz esto y no hagas eso. Se les dice cuándo tienen que levantarse, qué han de comer y qué no han de comer, lo que deben saber y no saber; se les dice que deben leer, asistir a las clases, aprobar los exámenes, etc. Sus padres, sus maestros, la sociedad, la tradición, sus libros sagrados, todos les dicen qué cosas deben hacer; de modo que la vida de ustedes está atada, entorpecida por la disciplina, ¿no es así? Son prisioneros de los hazlo y los no lo hagas, que constituyen los barrotes de la jaula en que se encuentran. Ahora bien, ¿qué le ocurre a una mente que está amarrada por la disciplina? Ciertamente, es sólo cuando le tememos a algo, cuando oponemos resistencia a algo, que tiene que haber disciplina; entonces tenemos que controlarnos, que refrenarnos a nosotros mismos. O uno hace esto por su propia voluntad, o la sociedad lo hace por uno siendo la sociedad nuestros padres, nuestros maestros, nuestra tradición, nuestros libros sagrados. Pero si uno comienza a inquirir, a descubrir, si aprende y comprende sin temor, ¿es entonces necesaria la disciplina? Entonces esa comprensión misma genera su propio y verdadero orden, que no nace de imposición ni compulsión alguna. Reflexionen seriamente sobre esto; porque cuando se disciplinan por medio del temor, cuando son agobiados por la compulsión de la sociedad, dominados por lo que dicen sus padres y sus maestros, no existe para ustedes la libertad ni la alegría, y toda iniciativa ha muerto. Cuanto más antigua es la cultura, más grande es el peso de la tradición que los disciplina, que les dice lo que deben y no deben hacer; y así quedan abrumados, aplastados psicológicamente, como si una apisonadora hubiera pasado por encima de ustedes. Eso es lo que ha sucedido en la India. El peso de la tradición es tan enorme que ha destruido toda la iniciativa, y ustedes han dejado de ser individuos; son meramente partes de una maquinaria social, y están contentos con eso, ¿entienden? No se rebelan, no estallan, no rompen con ello. Sus padres no desean que se rebelen, sus maestros no desean que rompan con la maquinaria; por consiguiente, la educación aspira a hacer que ustedes se amolden al patrón establecido. Entonces no son seres humanos completos, porque el miedo les roe el corazón; y mientras hay miedo, no hay alegría, no hay creatividad.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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