Kavido, me preguntas: «Dijiste que la meditación es "no-hacer".» Sí. No estoy diciendo que un
meditador se vuelva vago, indolente. ¡No! Hará mil y una cosas, pero no será el hacedor, eso hay que recordarlo. Sucedió: un Maestro Zen estaba cortando madera. Un hombre había venido a inquirir. Había oído el nombre del Maestro Zen. Había hecho un largo viaje para llegar a las montañas en las que vivía el Maestro con sus discípulos. Le preguntó a este leñador —porque no podía imaginar que el Maestro estuviese cortando leña—. Le preguntó a este leñador: «He oído hablar de un gran Maestro Zen que está iluminado. ¿Dónde está?» Y el maestro dijo: «¡Mírame! ¡Soy yo!» El pensador pensó que este hombre estaba loco. Sin embargo, para ser cortés con él, y es mejor ser cortés con un loco... Y tenía una gran hacha en la mano, y ¿quién sabe? Y parecía tan feroz... Y dijo: «¡Soy yo! ¿Qué quieres?» Él dijo: «¡Así que tú eres el gran Maestro! ¿Qué hacías antes de iluminarte?» Él dijo: «Solía cortar leña y traer agua del pozo.» «¿Y qué haces ahora?» Dijo: «Corto madera y traigo agua del pozo.» Y el hombre dijo: «Entonces, ¿qué diferencia hay? Entonces, ¿qué sentido tiene tu iluminación si todavía cortas madera y traes agua del pozo?» Y el Maestro se rió... y las montañas debieron reírse con él, y los árboles. Se dice, alrededor de ese monasterio, que todavía, después de miles de años, a veces se oye esa risa. Se rió y dijo: «¡Tonto! Antes de la iluminación, yo solía cortar leña, yo solía traer agua. Ahora se trae agua, se corta madera. Yo no soy el hacedor, ésa es la diferencia.» No estoy diciendo que un meditador tenga que volverse holgazán; no estoy diciendo que un meditador tenga que volverse insulso y muerto. De hecho, el meditador tendrá más energía que la que nunca pueda tener el no-meditador, y la energía tendrá su propia danza: cortará madera, traerá agua del pozo. Un meditador está abocado a volverse muy creativo, solo un meditador puede ser creativo, porque todas las energías convergen en el momento. Tiene tanta que empieza a rebosar. Su taza es pequeña y su energía es tanta que empieza a rebosar. Pero no es un hacedor: su acción no tiene voluntad. Baila porque descubre que está sucediendo la danza; ama porque descubre que está sucediendo el amor. Observa el hecho: ¿cómo puedes imponer el amor? Si se te ordena: «¡Ama a esta mujer!» o «¡Ama a este hombre!», ¿puedes forzarlo? Tan solo puedes hacer gestos vacíos de amor. Puedes abrazar a la mujer, puedes besar a la mujer, pero ¿puedes amar? Es imposible forzar el amor. ¡No hay manera! Te pueden coaccionar, te pueden ordenar: «¡Ve la belleza de la rosa!», y si alguien está detrás de ti con una pistola y dice: «Mira la belleza de la flor, de lo contrario te mataré», mirarás y dirás: «Sí, qué hermosa, qué inmensamente hermosa.».
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .