Ese silencio nos acompañó mientras el auto corría descendiendo entre los huertos y las arboledas.
Allí comenzaban la civilización, la increíble vulgaridad, el brutal atolondramiento y la impudicia de los humanos, cada cual afirmando su presencia, y los ricos exhibiendo su poder y su voluntad. Hasta ese excelente motor parecía haber enmudecido súbitamente, lo cual es, por supuesto, un disparate. Los diarios de la mañana exponían en sus editoriales cuál sería el efecto de una bomba nuclear si alguna vez explotaba sobre una gran ciudad: varios millones de personas muertas, la sociedad en ruinas y el caos primordial. Y así sucesivamente, horror sobre horror. Y la humanidad deposita su fe en los políticos y en los gobiernos...
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .