Pero el adversario, por cuyos consejos hemos caído de ese puesto sublime, no se olvida
de nada que pueda impedirnos que subamos de nue\o a él y nos espiritualicemos de una manera muy característica, para convertirnos en uno de los signos del Señor. También vemos que el trabajo más consolador de este adversario es oponerse a que los hombres se conviertan en indicios constantes v significativos de la verdad y pone mucho cuidado en que la región ilusoria en la que él reina no tenga como signo dominante nada más que lo vago, lo inseguro y la nada. Es mas, se esfuerza aún mucho más para transformar a todos los hombres en otros tantos signos característicos de la mentira, las tinieblas y la iniquidad.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .