Infinidad de nombres se han dado a las manifestaciones o efectos de la misteriosa energía
que anima la materia. Es el caos de los antiguos; el antusbyrum o fuego sagrado de los parsis; el fuego de Hermes; el elmes de los aniguos germanos; el rayo de Cibeles; la antorcha de Apolo; el fuego sagrado de los altares de Pan y Vesta; la centella (...) del yelmo de Plutón, del capacete de Dioscuri, de la cabeza de Gorgona, del casco de Palas y del caduceo de Mercurio; el phtha o ra egipcio; el (...) y el Zeus cataibates (el que desciende) (1) de los griegos; las lenguas de fuego de la Pentecostés; la zarza ardiente de Moisés; la columna de fuego del Éxodo; la lámpara ardiente de Abraham; el fuego eterno del abismo sin fondo; los vapores del oráculo délfico; la luz sidérea de los rosacruces; el akâsha de los adeptos indos; la luz astral de los cabalistas; el fluido nervioso de los magnetizadores; el od de Reichenbach; el globo ígneo de Babinet; el psicodo y la fuerza étnica de Thury; la fuerza psíquica de Cox y Crookes; el magnetismo atmosférico de algunos físicos; el galvanismo; y finalmente la electricidad. Bulwer Lytton en su Raza futura le llama vril (2) y supone ficciosamente que se valían de ella las poblaciones subterráneas. Dice, al efecto, que estas gentes creen que el vril unifica y resume la energía de todos los agentes naturales y demuestra después como Faraday presintió ya la unidad de las fuerzas en el siguiente pasaje: “Hace mucho tiempo que estoy convencido, y conmigo muchos otros amantes de la naturaleza, de que las diversas modalidades de las fuerzas de la materia tienen origen común, es decir, que están relacionadas con tan directa interdependencia que pueden transmutarse una en otra con equivalente potencia de actuación”. Por absurdo y anticientífico que parezca, sólo cabe, en verdadera definición de la energía primaria de Faraday y del vril de Lytton, identificarlos con la luz astral de los cabalistas, según van corroborando uno tras otro los descubrimientos de la ciencia. Hace poco tiempo anunciaron los periódicos que Edison había descubierto una fuerza de modalidad distinta a la eléctrica, excepto en la conductibilidad. Si la noticia se confirma veremos cómo, no obstante las denominaciones científicas que se le den, resultará al fin y al cabo uno de tantos hijos engendrados desde el origen del tiempo por nuestra cabalística madre la Virgen Astral. En efecto, el descubridor asegura que la nueva fuerza es tan distinta y obedece a tan regulares leyes como el calor, el magnetismo y la electricidad. El periódico que primeramente publicó la noticia añade que Édison supone la nueva fuerza relacionada con el calor, aunque también pudiera generarse por medios independientes y no conocidos todavía.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .