La naturaleza inferior del hombre ha evolucionado según la misma ley de sacrificio que rige

en los bajos reinos. Pero con la efusión de la vida divina que da la Mónada humana, sobreviene un cambio en la manera de operar la ley del sacrificio como ley de vida. En el hombre, es preciso desenvolver la volunta, la energía automotora, la iniciativa. El impulso que fuerza en los reinos inferiores el curso de la elevación, no puede emplearse aquí sin paralizar el crecimiento de ese poder nuevo y esencial. No se pide al mineral, ni a la planta ni al animal la aceptación de la ley del sacrificio como ley de vida escogida voluntariamente. Se le impone desde el exterior e impele a su desarrollo por necesidad ineludible. Pero el hombre debe tener la libertad de escoger, indispensable para su desarrollo de una inteligencia dotada de conciencia y discernimiento. Entonces surge el siguiente problema: “¿Cómo esta criatura libre en escoger, ha de aprender, sin embargo, a escoger la ley de sacrificio, cuando se halla aún en estado de organismo sensible, temiendo al dolor, que es inevitable en la ruptura de las formas?.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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