No ignorabas la ley que dice: el que a hierro mata, a hierro muere, ya
que la recuerdas al que quiere defenderte, y no quieres ni siquiera recurrir al soco- rro de tu padre, que te enviaría docenas de legiones de ángeles, porque tu sacrificio debe ser voluntario para que sea útil, ya que el crimen del primer hombre fue funesto precisamente porque fue voluntario.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .