Sin embargo el hombre de Dios, acompañado así de forma visible por la derecha y

la izquierda de Dios, sigue escuchando, por encima de él, la voz Divina que pronuncia estas palabras consoladoras: éste es mi hijo muy amado, en el que he puesto todo mi afecto. Escuchadlo, de tal forma que, al encontrar- se situado entre el ternario Divino y superior, del que procede y del que es hijo, y el ternario espiritual de sus propias facultades, o de sus tres discípulos, descubre en sí mismo el cuadro universal de todas las regiones, de las leyes de acción y reacción que han actuado para la emanación del hombre y que siguen actuando todos los días para su santificación y para su glorificación. Ésos son los tesoros que se descubren al hombre nuevo.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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