Yo soy musulmán. Si no sigo diariamente las tradiciones de mi religión, mis padres me

amenazan con echarme de la casa. ¿Qué debo hacer? Ustedes, los que no son musulmanes, probablemente le aconsejarán al interlocutor que deje su casa, ¿no es así? Pero sin tomar en cuenta el rótulo que lleven hindú, parsi, comunista, cristiano o lo que fuere- lo mismo se les aplica a ustedes, de modo que no se sientan superiores, no se comporten con arrogancia. Si les dijeran a sus padres que las tradiciones de ellos son en realidad viejas supersticiones, también ellos podrían echarlos de la casa. Ahora bien, si también usted, como él, se hubiera educado en una, religión particular, y su padre le dijera que debe abandonar la casa a menos que observe ciertas prácticas que usted considera viejas supersticiones, ¿qué haría? Ello depende de cuán vitalmente no quiere usted seguir las viejas supersticiones, ¿verdad? ¿Dirá acaso: “He reflexionado mucho sobre esta cuestión, y pienso que llamarse uno a sí mismo musulmán, hindú, budista, cristiano o cualquiera de esas cosas, es un disparate. Si por esta razón tengo que dejar la casa, lo haré. Estoy dispuesto a afrontar lo que la vida me traiga, incluso la miseria y la muerte, porque siento que esto es lo correcto y voy a atenerme a ello”? Si no lo hace, será simplemente tragado por la tradición, por lo colectivo. ¿Qué van a hacer ustedes, pues? Si la educación no les da esa clase de confianza, ¿cuál es, entonces, el propósito de la educación? ¿Es meramente prepararlos para que consigan un empleo y encajen dentro de una sociedad que es obviamente destructiva? No digan: “Sólo unos pocos pueden romper con la tradición y yo no soy lo bastante fuerte”. Cualquiera que se lo proponga puede hacerlo. Para comprender las presiones de la tradición y oponerse a ellas, uno debe tener, no fuerza sino confianza la tremenda confianza que llega cuando uno sabe cómo resolver las cosas por sí mismo. Pero ya lo ven, la educación que reciben no les enseña cómo pensar; les dice qué tienen que pensar. A ustedes les dicen que son musulmanes, hindúes, cristianos, esto o aquello. Pero la función de una verdadera educación es ayudarle a uno para que piense por sí mismo, de modo que gracias a ese pensar propio, sienta una confianza inmensa. Entonces uno es un ser humano creativo y no una máquina servil.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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