Una de las preguntas principales que debemos plantearnos es ésta: ¿Hasta dónde y hasta qué
profundidad puede la mente penetrar dentro de sí misma? Ésa es la condición de seriedad, porque implica percepción inteligente de toda la estructura psicológica de nuestro propio ser, con sus instintos, sus compulsiones, su deseo de realizarse, y sus frustraciones, desdichas, tensiones, ansiedades, luchas, sufrimientos, así como los innumerables problemas que lo perturban. La mente que todo el tiempo tiene problemas no es en absoluto una mente seria, pero aquella que comprende cada problema a medida que surge, y lo disuelve de inmediato para no transferirlo al día siguiente, ésa sí es una mente seria [...]. ¿En qué se interesa la mayoría de nosotros? Si tenemos dinero, nos inclinamos hacia las cosas así llamadas espirituales o a los entretenimientos intelectuales, o discutimos sobre arte, o nos dedicamos a la pintura para expresarnos a nosotros mismos. Si no tenemos dinero, ocupamos nuestro tiempo, día tras día, en ganarlo, y estamos atrapados en esa desdicha, en la interminable rutina y el tedio que implica. La mayoría de nosotros se ha adiestrado para funcionar mecánicamente durante años en algún empleo. Tenemos responsabilidades, esposa e hijos que mantener, y prisioneros de este mundo dementes tratamos de ser serios, de volvernos religiosos; vamos a la iglesia, ingresamos en ésta o aquella organización religiosa; o quizás hayamos escuchado acerca de estas reuniones y, como estamos en periodo de vacaciones, llegamos hasta aquí. Pero nada de eso originará esta extraordinaria transformación de la mente.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .