El método preconizado por Ko Ch'ang-Keng señala la coincidencia de varios conceptos tradicionales, algunos de

los cuales son de gran antigüedad: existe ante todo la homologación de los minerales y los metales a los organismos que «crecen» en la Tierra como un embrión en el seno materno; hay además presente la idea de que el elixir (= la Piedra filosofal) participa al mismo tiempo de la naturaleza de un metal y de la de un embrión, y, en fin, la idea de que los procesos respectivos de crecimiento (del metal y del embrión) pueden ser acelerados en una medida prodigiosa, realizando de esta forma la madurez y perfección no sólo en el nivel mineral de la existencia (es decir, produciendo oro), sino también, y sobre todo, en el nivel humano, produciendo el Elíxir de la inmortalidad. Pues, como ya hemos visto, gracias a la homología microcosmos-macrocosmos ambos niveles —mineral y humano— se corresponden. Por el hecho de que los procesos alquímicos se desarrollen en el interior del cuerpo del adepto la «perfectibilidad» y la transmutación de los metales corresponden en realidad a la perfección y transmutación del hombre. Esta aplicación práctica de la alquimia esotérica estaba, por otra parte, sobreentendida en el sistema tradicional chino de homologación Hombre-Universo: trabajando en un cierto nivel se alcanzaban al mismo tiempo resultados en todos los niveles correspondientes.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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