El médico no sabe lo que la vida es, ni la razón por la que

el cuerpo funciona como lo hace, porque la parte espiritual está aún amortajada entre las nubes del cielo; el hombre científico está buscando en la obscuridad, desconcertado y confuso por todo lo que el hipnotismo y otros fenómenos extraños traen ante él, porque el hombre consciente se encuentra fuera del alcance, sobre la cumbre misma de la divina montaña, forzando así al erudito a hablar de la "mente subconsciente", la "personalidad latente", y otros. Por otro lado, el sacerdote no puede darnos ninguna luz porque él niega la naturaleza divina del hombre, reduce todo al nivel del pecado original y coloca sobre nuestro concepto de Dios el negro estigma de ineptitud para controlar o manejar la creación sin la invención de expedientes para reparar errores hipotéticos. Esta antigua verdad resuelve el enigma y pinta a Dios y a la Naturaleza en colores armoniosos. La reencarnación no significa que nosotros transmigramos hacia formas animales después de la muerte, según la creencia de algunos pueblos del oriente. "Una vez un hombre, siempre un hombre", dice el adagio de la Gran Logia. Pero el castigo para algunos hombres no sería aún excesivo si fuera posible condenarlos a renacer en los cuerpos de animales irracionales; sin embargo, la naturaleza nunca es guiada por sentimientos sino por ley, y nosotros, que no estamos capacitados para verlo todo, no podemos decir que el hombre brutal es todo bruto a través de su naturaleza. Y la evolución, habiendo conducido a Manas, el Pensador, la Persona Inmortal, a este plano, no puede volverse atrás hacia el bruto que carece de Manas. Al examinar las dos explicaciones para la aceptación literal por algunos orientales de esas Leyes de Manú, que parecen enseñar la transmigración hacia los seres brutos, insectos, etc., comprendemos porqué el estudiante verdadero de esta doctrina no puede caer en el mismo error. La primera de estas explicaciones es que los diversos libros y versos que enseñan tal transmigración, tratan sobre el verdadero método de la reencarnación, o sea, con la explicación de los actuales procesos físicos que tienen que ser experimentados por el Ego al pasar del estado de desencarnado al encarnado, y también con las sendas, los métodos o los medios de descenso del plano invisible al visible. Esto no ha sido aún explicado completamente en los libros Teosóficos, porque primeramente es un asunto delicado, y luego los detalles no serían recibidos con credulidad aún por los mismos Teósofos, aunque algún día lo serán. Y como estos detalles no son de grandísima importancia, no son expuestos ahora.

William Judge . El Oceano de la Teosofia .

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