Ahora bien, cuando la conciencia alcanza el plano búddhico, la unidad se percibe inmediatamente. Es

como si el rayo separado, divergente respecto a los otros, se llegase hasta el sol mismo, fuente idéntica de todos los demás. Supongan un ser vivo en el sol, inundado de luz, con la única misión de difundirla. Semejante ser no establecería diferencia alguna entre los diversos rayos y con la misma complacencia vertería la luz en todas las direcciones. Pues lo mismo puede decirse del hombre que ha alcanzado conscientemente el plano búddhico.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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