Pero el hombre nuevo puede decir de antemano que, a imagen del repara- dor, ha

de ser entregado a los hombres, es preciso que sufra mucho, que sea rechazado por ¡os senadores, por los príncipes de los sacerdotes y por los doc- tores de la ley y que finalmente sea condenado a muerte y que resucite al tercer día. Pero este hombre nuevo, dedicado al servicio de su maestro, no ve más que los consuelos que le esperan y no lo detienen los males que tiene que sufrir, porque ha bebido la medicina de amargura y, con este medio, su corazón le ha engendrado inteligencia y la inteligencia le ha engendrado la palabra con la que tiene una confianza viva en que al final vencerá a sus enemigos. Por con- siguiente, ésa es su forma de utilizar las diversas ayudas que le ha concedido el espíritu y que encuentra dentro de sí por las diversas evoluciones de su ser.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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