De este modo, no sólo se abstendrá de todas las blasfemias contra el hijo del

hombre que podrían perdonarse, ya que no caen nada más que sobre el hombre temporal y sobre la envoltura del espíritu, sino que este hombre nuevo no dejará que queden en él ni siquiera los mínimos vestigios de ofensas aún menos importantes y más susceptibles de perdón, mientras esté ocupado en protegerse contra las blasfemias imperdonables y en llenarse de la actividad del espíritu, para que no se le pueda reprochar algún día, en el futuro, que no se ha dedicado exclusivamente al espíritu y no se le haga pagar hasta el último óbolo, es decir, todos los momentos que no hubiese pasado en esta confianza plena y absoluta que debe tener el hombre en el espíritu. Y aquí es donde se cumple la terrible palabra muchos llamados y pocos escogidos, ya que todos los hombres han nacido para cumplir esta importante ley.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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