El primer paso que va a dar es sentir que su ser físico no es

más que la muralla de la fortaleza que tiene que defender; que esa muralla no sólo debe ofrecer una resistencia invencible a los enemigos, sino que también debe lanzar sobre ellos rayos y relámpagos para impedir que se acerquen y aterrorizarlos con su poder. Pero, como ha reconocido abiertamente que sin el bautismo invisible que acaba de recibir no hubiese tenido jamás la fuerza necesaria para emprender obras tan duras como las que se le presentan, actuará de tal modo que ese mismo bautismo se extenderá sucesivamente por todas las porciones de su ser. Así, invocará el nombre del Señor, para que sus elementos se mantengan | en la medida y la precisión que les convenga, para que la muralla conserve su asiento; invocará el nombre del Señor para que reaccionen los elementos superiores y fortifiquen continuamente esta muralla y esté protegida de toda degradación, para que pueda resistir mejor a sus enemigos; invocará el nombre del Señor para que el principio de su vida corporal colabore continuamente con la acción de sus elementos constitutivos y la reacción de los elementos superiores, de tal modo que su armonía los haga como inseparables y forme un triángulo poderoso e irresistible, sobre el cual no pueda tener ningún dominio el desorden; alimentará así a su ser elemental con la fuerza, la paciencia, la firme constancia, el valor, la elevación por encima de los males y los peligros, mientras note que este ser elemental no es, en realidad, más que la muralla de 1a fortaleza y tenga que pensar, con no menos cuidado, en poner en situación de defensa y seguridad el cuerpo de la plaza.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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