¿De qué modo, si no por la reencarnación, pueden explicarse los “niños prodigio”? Consideremos, por
ejemplo, el caso del doctor Young, el descubridor de la teoría ondulatoria de la luz, un hombre cuyos méritos no han sido aún reconocidos en toda su magnitud. A los dos años, sabía leer “con mucha soltura”; y antes de los cuatro había llegado a leer por dos veces toda la Biblia; a los siete principió la aritmética y dominó el Tutors Assistant (Ayuda del Maestro) de Walkingham, antes de llegar a la mitad del mismo bajo la dirección de un preceptor; y unos cuantos años más tarde, aún en el colegio, posee el latín, el griego, las matemáticas, la teneduría de libros, el francés, el italiano, el manejo y la fabricación del telescopio, y muestra gran afición hacia la literatura oriental. Destinado a los catorce años, en compañía de otro muchacho año y medio mas joven que él, a estudiar bajo la dirección de determinado maestro, que no llegó a tomarse a su cargo. Young enseñó al otro muchacho.
Annie Besant . La sabiduría antigua .