Nada más valioso para quienquiera que un excelso ideal hacia el que aspire de continuo

ya él amolde sus pensamientos y emociones de suerte que regulen lo mejor posible su conducta. Si así se esfuerza para llegar a ser, más bien que a parecer como su ideal, no fracasará en el empeño de acercarse cada vez más a él. Sin embargo, habrá de luchar para este logro, y si su ideal es elevado y verdaderamente se encamina a alcanzarlo no se envanecerá, sino que, por el contrario, se humillará de su rectitud, pues al descubrir ante sí la posibilidad de mayor adelanto en planos todavía más elevados, no se engreirá de su progreso ni tampoco se entibiará su ardor. Precisamente, el reconocimiento de las vastas posibilidades de la vida humana es nece¬sario para disipar el tedio e invertir en celo la. apatía. Así la vida no es odiosa, sino aceptable, cuando comprendemos claramente su finalidad y estimamos sus espléndidas oportunidades. El más recto y seguro camino para llegar a este elevado plano de conciencia es el ejercicio del altruismo, tanto en pensamiento como en acción. Estrecho es, en efecto el campo visual limitado a la personalidad, que mide todas las cosas con la vara del interés egoísta, porque en semejante limitación no es posible que el ego conciba elevados ideales ni se acerque a los planos superiores de existencia. Las condiciones de adelanto están dentro y no fuera, y por fortuna son independientes de las circunstancias y condiciones de la vida terrena. Por lo tanto, a todos se les depara la ocasión de ir escalando cumbre tras cumbre, y cooperar así con la naturaleza en el cumplimiento de la evidente finalidad de la vida.

H.P. Blavatsky . Ocultismo Practico .

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