Las sutilísimas y rapidísimas energías necesarias para mover esa materia y obtener una respuesta, no
se pueden manifestar sino a través de ella. El Pensador está forzosamente limitado y condicionado en su expresión. Esta es la primera de las cárceles en que se encierra durante su vida encarnada, y mientras sus energías funcionan en ella, se encuentra excluido en gran parte de su propio y más elevado mundo, porque su atención se fija en las energías que tienden al exterior y su vida se proyecta con ellas en el cuerpo mental inferior, designando con términos de vestidos, estuche, envoltura o vehículo: expresiones significativas de que el Pensador no es el cuerpo mental, sino que construye ese cuerpo y se sirve de él para expresar de sí mismo en la región mental inferior.
Annie Besant . La sabiduría antigua .