SÍ TE DOMINA LA MENTE, INCLUSO EN EL PARAÍSO DIRÁ: «¿Y esto es el paraíso?

Tiene que haber algo más». Todas las casas parecen viejas y en ruinas, porque llevan allí toda la eternidad. Todas las personas parecen tristes y serias; también ellas llevan allí toda la eternidad. El polvo se ha acumulado sobre su piel; no tienen nada que hacer allí, y han perdido su dignidad. Han alcanzado el paraíso, pero han perdido su carácter humano; ni siquiera pueden reír. ¿Sabías que la risa está prohibida en el paraíso? Ningún libro sagrado de ninguna religión dice que el humor sea una cualidad religiosa... pero yo sí lo digo. Nadie está dispuesto a que el humor forme parte del sentimiento religioso. ¿Os imagináis qué harán todos esos, santos muertos, resecos, en el paraíso? No pueden amar, no pueden jugar a las cartas, ni siquiera jugar al fútbol. No pueden ver la televisión —no es algo piadoso—, no pueden tomarse una taza de té, no trabajan y, por consiguiente, ni siquiera tienen unos momentos para tomarse el café. Sus días están vacíos, y también sus noches; deben de estar deseando volver a la tierra. Aquí, al menos los veneraban como santos; allí nadie los venera porque todos son santos. Pero nadie puede volver del paraíso. El paraíso tiene puerta de entrada, pero no de salida, y antes de entrar en él conviene pensárselo dos veces: va a ser el último acto, y después se acabó. Es casi como entrar en la tumba. Pero la mente no dudará en decir: «Esto no es el paraíso. ¡Búscalo! Esto parece una broma, como si detrás de todo esto estuviera el diablo. Menuda broma decir que esto es el paraíso». Ni siquiera en el paraíso te permitirá la mente tener paz, porque la paz y la mente no se llevan bien.

Osho . El libro del ego .

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