Ahora bien, este hecho tuvo consecuencias importantes. Junto a la sacralidad celeste, inmanente a los
meteoritos, nos encontramos ahora con la sacralidad telúrica, de la cual participan las minas y los minerales. Como es natural, la metalurgia del hierro se benefició de los descubrimientos técnicos de la del cobre y el bronce. Es sabido que desde el período neolítico (VI-V milenios) el hombre utilizaba esporádicamente el cobre que podía encontrar en la superficie de la tierra, pero le aplicaba el mismo tratamiento que a la piedra y al hueso, lo que quiere decir que ignoraba las cualidades específicas del metal. Fue solamente más tarde cuando se comenzó a trabajar el cobre calentándole, y la fusión propiamente dicha sólo se remonta a los años 4000-3500 a. de J. C. (en los períodos de Al Ubeid y Uruk). Pero aún no cabe hablar de una «edad del bronce», ya que la cantidad que se producía de dicho metal era muy pequeña.
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .