No se descubre fácilmente una nueva mina o un nuevo filón: corresponde a los dioses
y a los seres divinos el revelar sus emplazamientos o enseñar a los humanos la explotación de su contenido. Estas creencias se han mantenido en Europa hasta un pasado bastante reciente. El viajero griego Nucius Nicandro, que visitó Lieja en el siglo xvi, nos cuenta la leyenda del descubrimiento de las minas de carbón del norte de Francia y Bélgica: un ángel se apareció bajo la forma de un anciano venerable, y mostró la boca de una galería a un herrero que hasta entonces había venido empleando leña para su horno. En el Fi-nisterre se cuenta que fue un hada (groac'k) la que reveló a los hombres la existencia de plomo argentífero. Y fue San Peran, santo patrono de las minas, quien descubrió la fusión de los metales'. No vamos a insistir sobre el trasfondo mitológico asimilado y revalorizado en la hagiografía de San Peran.
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .