Sí, Dios de mi vida, tú me llamarás y yo te responderé inmolándote sacrifi- cios
efectivos, cuyos frutos y cuya recompensa serán vivir con tu espíritu, por tu espíritu y en tu espíritu. No quieres despreciar mi alma, por muy miserable que sea y por muy enferma que esté. Después de hacer que tome la medicina de amargura, harás que conozca también la medicina de la alegría y de dulcificación, y esta dulcificación consistirá en edueñarte de ella, en apremiarla por el impulso de tu mano en todos los movimientos que tenga que hacer y en no dejarla ni un instante sin ti.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .