Se someten gozosamente a la tortura del joven espartano que consentía que la zorra le
devorase las entrañas antes que deshacerse de ella. ¡Oh, pobres ciegos visionarios! Sería esto lo mismo que si a una cuadrilla de deshollinadores, grasientos de su labor, se les encerrara en un santuario adornado de blanquísimos lienzos, y en vez de convertirlos con su contacto en un montón de sucios pingajos, se adueñaran del sagrado recinto y salieran de él tan inmaculados como los lienzos. De igual suerte cupiera imaginar que una docena de tejones encerrados en la pura atmósfera de un monasterio (dgon-pa) pudieran salir de él impregnados de los perfumes del incienso. ¡Extraña aberración de la mente humana! ¿Es posible que así sea? Discutámoslo.
H.P. Blavatsky . Ocultismo Practico .