Uno mira esas personas viejas, hombres y mujeres, qué decrépitas, arruinadas, infelices y feas se
ven. ¿Es porque no han comprendido realmente ni el vivir ni el morir? Han usado la vida, han consumido sus vidas en el conflicto incesante que sólo ejercita y fortalece el ‘yo’, el ego. Gastamos nuestros días en una gran diversidad de conflictos y desdichas, con un poco de alegría y placer beber y fumar hasta las últimas horas de la noche, y trabajar, trabajar y trabajar. Y al final de nuestra vida nos enfrentamos con miedo a esa cosa llamada muerte. Uno piensa que ella puede comprenderse siempre, que puede sentirse profundamente. Al niño con su curiosidad puede ayudársele a comprender que la muerte no es meramente el desgaste del cuerpo a causa de enfermedad, vejez o algún accidente inesperado, sino que el final de cada día es también el final de uno mismo cada día.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .