¿Cuál es, por tanto, el triste estado de la posteridad humana, en el que hasta
el hombre de deseo está obligado a llorar en vano y a ver a sus hermanos atados con fuertes cadenas en tenebrosos calabozos o transportados a los se- pulcros de la muerte y de la putrefacción? No hay ninguna duda, hombre des- graciado, de que el tiempo y la muerte son los reyes de este mundo. Tienes deseos puros, tienes deseos divinos, tienes deseos que coinciden con los que llenan tu corazón y la sabiduría de Dios; ¡pero estos deseos no se cumplen y, en cambio, la obra verdadera se ve como obligada a ceder el paso a la obra ilusoria! ¡Nuestro mismo Dios envuelve su gloria y parece obligado a esperar otros tiempos para mostrar los triunfos!.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .