¿Qué era este mar? Es el abismo donde nos ha sumergido el crimen primitivo. ¿Qué

era el anzuelo que había que echar? Es el rayo de misericordia y de amor que la mano del pecado no ha temido hacer que descienda desde lo alto de su sede eterna, hasta este mar tan distante de él y tan tenebroso. ¿Qué era ese primer pez que debía picar? Era el hombre viejo, que tenía encerrado en sus entrañas el único tesoro con el que podemos pagar el impuesto. ¿Qué era esa moneda de plata de cuatro dracmas que debía encontrarse en la boca de aquél pez? Es la palabra eterna, de la que es imagen el cuaternario del hombre. Esta palabra es la única que podía regenerar la nuestra y la única que podía pagar, tanto por ella como por nosotros, al César lo que es del César.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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