Pero como unos y otros han de cosechar los frutos de sus acciones en el
arte negra, los practicantes occidentales no dejarán de obtener gozoso provecho aunque luego reciban su castigo porque el hipnotismo y la vivisección, tal como se practican en Occidente, son pura y simple hechicería, menos el conocimiento que poseen los vudús y dugpas, y que ningún Charcot ni Richet puede adquirir en medio siglo de arduos estudios ni experimental observación. Por lo tanto, que se queden sin Atma-Vidyia o verdadero ocultismo quienes lo desdeñan para chapucear en la magia, consciente o no de su índole, y rechazan por demasiado rigurosas las reglas impuestas a los estudiantes. Dejémoslos que sean magos por cualquier medio, aunque durante las diez encarnaciones siguientes no pasen de vudús y dugpas. Sin embargo, el interés del lector se concentrará probablemente, en quienes sienten invencible atracción hacia el Ocultismo, aunque todavía no hayan subyugado sus pasiones ni mucho menos sean verdaderamente inegoístas. ¿Cómo proceder con estos desgraciados a quienes así desgarran por mitad fuerzas antagónicas? Porque demasiadas veces se ha dicho para que haya que repetirlo, y es cosa evidente para cualquier observador, que una vez despertado de veras en el corazón del hombre el anhelo por el Ocu1tismo, no le queda esperanza de paz ni lugar de descanso y consuelo en el mundo. Una incesante y roedora inquietud, que no puede apaciguar, lo empuja a las más desoladas y ásperas circunstancias de la vida. Su ánimo es demasiado pasional y egoísta para permitirle el paso por las Puertas de Oro, y no halla paz ni descanso en la vida ordinaria. Así pues, ¿ha de caer inevitablemente en hechicería y magia negra y acumularse durante muchos años un karma terrible? ¿No hay otro camino? Seguramente lo hay. No aspire a mayores cosas que las que se sienta capaz de cumplir. No eche sobre sus hombros una carga demasiado pesada. Aunque no llegue a ser un Mahatma, un Buddha o un gran santo, si estudia la filosofía y la ciencia del alma podrá ser un modesto bienhechor de la humanidad, por más que carezca de facultades "sobrehumanas", pues los siddhis o facultades del arhat se reservan únicamente para los capaces de consagrar su vida al cumplimiento al pie de la letra de los terribles sacrificios que su adquisición requiere. Ha de saber y recordar para siempre que el verdadero Ocultismo o Teosofía es la incondicional y absoluta renunciación de la personalidad en pensamiento y obra. Es altruismo, y quien lo practica queda enteramente escogido de entre las filas de los vivientes, tan luego como se entrega a la obra, porque "no vive para él sino para el mundo".
H.P. Blavatsky . Ocultismo Practico .