Si apremiáramos a estos presuntos filósofos para que nos explicaran estos fenómenos sociales, responderían que

es mucho más científico atribuirlos a perturbaciones de la mente, excitaciones políticas, movimientos impulsivos, espíritu de imitación, ociosidad, neurastenia e histerismo, que darles por quimérico fundamento la absurda hipótesis de la luz astral. Sin embargo, creemos que si por designio providencial dejara de afligir a la especie humana el histerismo, se verían apuradísimos los médicos para explicar los fenómenos que ahora atribuyen a las condiciones patológicas de los centros nerviosos. El histerismo ha sido hasta ahora tabla de salvación para los patólogos escépticos. Histérica llaman a la ruda campesina que sin causa determinante habla idiomas extranjeros y compone poesías. A “desarreglo de los centros nerviosos seguido de alucinación histérica colectiva” atribuyó Littré (56) la levitación de un médium que en presencia de doce testigos salió por una ventana del tercer piso de la casa y volvió a entrar en el aposento por otra distinta. Des Mousseaux (57) califica de alucinación canina el caso de un perro de caza que acertó a entrar en la sala durante una manifestación y fue lanzado al aire por una mano invisible con tal empuje, que después de hacer pedazos al chocar con ella la araña pendiente del techo a cinco metros de altura, cayó muerto en el suelo.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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