«Ahí es donde la vida suprema, tocada por su miseria, no ha podido impe- dir
venir a compartir sus males y sus privaciones, para ponerlo en condiciones de compartir después con ella esta libertad que había perdido. Nuestro fiel compañero descendió con nosotros a nuestro abismo, lo mismo que el repara- dor descendió al abismo universal; vierte sudores de sangre con nosotros, para ayudarnos a realizar esta transmutación que estaba tan claramente por encima de nuestras fuerzas; este amigo fiel, trabajando de forma tan constante por nuestra regeneración, ha desarrollado en nosotros el hombre nuevo que nos ha enseñado lo terribles que podríamos ser para nuestros enemigos, ya que éra- mos la palabra y el nombre de Dios y no hay nada tan terrible como la palabra y el nombre del Señor (Salmo 110: 9).
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .