El alquimista hace suya la homologación tradicional entre el microcosmos y el macrocosmos, tan familiar

al pensamiento chino. í El quinteto universal wu-hsing (agua, fuego, madera, oro, tierra) está asimilado a los órganos del cuerpo humano: el corazón, a la esencia del fuego; el hígado, a la esencia de la madera; los pulmones, a la esencia del metal; los riñones, a la esencia del agua; el estómago, a la esencia de la tierra I (textos en Johnson, p. 102).¡El microcosmos, que es el cuerpo humano, es a su vez interpretado en términos alquímicos: «El fuego del corazón es rojo como el cinabrio; el agua de los ríñones es negra como el plomo»,\ escribe un biógrafo del famoso alquimista Lii Teu (siglo vil después de Cristo)". El hombre, homologado al macrocosmos, posee en su propio cuerpo todos los elementos que constituyen el Cosmos y todas las fuerzas vitales que garantizan su periódica renovación. Se trata solamente de reforzar ciertas esencias. De ahí la importancia del cinabrio, menos por su color rojo (color de sangre, principio vital) que porque, expuesto al fuego, produce el mercurio. El alquimista encubre así el misterio de la regeneración por la muerte (pues la combustión simboliza la1-muerte). Resulta de ello que se puede asegurar la regeneración perpetua del cuerpo humano y, por ende, la inmortalidad. Pao Pu'tsu escribe que si se mezclan tres libras de cinabrio con una libra de miel y se deja secar todo al sol para en seguida hacer de la mezcla píldoras del tamaño de un grano de cáñamo, diez de tales píldoras, tomadas en el curso de un año, vuelven negros a los cabellos blancos y hacen salir los dientes caídos, y si se continúa tomándolas durante más de un año, se llega a conseguir la inmortalidad (texto en Johnson, página 63).

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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